o que nadie ve
Al final de la guerra de la Restauración en 1863, una gran parte de la ciudad de Santiago de los Caballeros quedó hechas cenizas por un incendio que casi la desaparece por completo. Una reconstrucción sería inmediata, con nuevas ideas, nueva arquitectura y deseo de progreso. La mayoría de las nuevas construcciones serían de maderas, y una casi totalidad de estas nuevas casas eran residenciales. Lo mas impresionante, es el de donde provinieron estas maderas, y es notable que estos maderos llegaron desde de la Cordillera Central. Habían aserraderos que cortaban estos árboles de tan majestuosa belleza, los preparaban, y agrupaban para traerlos a la ciudad. En esa época no habían camiones u otros transportes, pero los pinos de la cordillera eran traídos flotando por los ríos Bao y Yaque. En Santiago también había otros aserraderos que procesaban pinos de la sierra que eran llevados a la ciudad haciéndolos flotar aguas abajo por las corrientes de los ríos Bao y Yaque.Magia conservada
El centro de la ciudad hoy en día conserva un ambiente casi nunca observado por los seres que en el rondan. Una mística surrealista y tranquilidad circunstancial, una combinación de factores entre el olvido y el pasado, energías escondidas listas para ser percibidas por nuestros sentidos. A principios del siglo XX en La ciudad de Santiago de los Caballeros, la arquitectura republicana estaría ilustrando las residencias urbanas, me refiero a las zonas donde no había mercado, ni movimientos. Zonas tranquilas de convivencia del santiago de esa época.
Cada casa adquiría un perfil muy parecido, de madera, techos de zinc, plafones para distanciar el calor del techo, distancia muy pocas entre unas y las otras, con callejones y patios, etc. Aunque el pueblo para esa época gozaba una reputación de tranquilidad que duraría varias décadas, hasta finales de ese mismo siglo, luego esta tranquilidad estaría opacada por el crecimiento de la población gracias a la gran migración de otros pueblos y esas zonas urbanas antiguas pasarían aunque lentamente al mercado, desapareciendo casi toda esa magia.
Una escena dentro de cualquier casa
Mientras la sirvienta llega de traer la leche del mercado, corta las verduras, prepara los pollos, gatos esperando tripas, y la luz del sol se mezcla entre los agujeros de las maderas, iluminado motas de polvo en la oscuridad de la cocina. Aún el frío de la mañana no se ha evaporado totalmente, del patio y el silente espacio vacío de los alrededores es adormecedor. La señora de la casa dobla sabanas en las habitaciones o pone la ropa limpia en gavetas. y todo esto mientras los hombres están fuera de la casa trabajando en negocios. En el patio, algunos manteles tendidos, el piso de cemento ya carcomido por el tiempo. Siempre todos los patios con árboles de naranja agria, algunas casas tenían callejones atrapados, en los cuales abundaban los árboles menos queridos como la amapola, roble, y algunas enredaderas como la chinola, también muchos lagartos que huían de los gatos.
Encima del techo, el zinc, oxidándose, transformándose, con algunas hojas tapando el caño del agua mas ramas con objetos tirados por ser inservibles, todo esto en la soledad, donde nadie lo ve y las personas allá abajo, ajenas de lo que sucedía en esta pequeña dimensión